Cómo descubrir tu ikigai y encontrar tu propósito
¿Qué harías si descubres que tienes una razón de vivir? ¿Cómo te sentirías? ¿Qué es lo harías?
Los habitantes de la isla de Okinawa de Japón afirman tener una razón de vivir y por lo que comentan eso es lo que les hace vivir en plenitud.
¿Es casualidad (o causalidad) que formen parte de la población más longeva del mundo?
La palabra que engloba este concepto tan interesante es “Ikigai” que significa (iki, en japonés) en armonía con tus deseos y expectativas (kai).
Al descubrir tu Ikigai encontrarás tu propósito de vida, la razón por la que levantarte cada mañana, ese algo positivo que hace que te despiertes en paz y que da sentido a tu vida y por la que vale la pena vivir.
Descubrir tu ikigai es un proceso de autoconocimiento que aborda diversas áreas e intercesiones de la vida personal y profesional.
Los principales pilares que forman el Ikigai según las personas entrevistadas en Okinawa son: trabajar aquello que les gusta, tener relaciones activas con su entorno, practicar ejercicio, comer saludable y mantener una mentalidad positiva focalizada en sus objetivos.
Además, curiosamente aprovechan la conexión cuerpo-mente para sonreír, de esta manera afectan directamente a la química del cerebro y los pensamientos son propensos a ser más positivos.
Veamos a continuación algunas pautas sobre cómo descubrir tu Ikigai para encontrar tu propósito.
El despertar del Ikigai es un proceso sutil, es una búsqueda interna. Es una toma de consciencia. Descubrir tu ikigai es experimentar sensaciones. El hecho de practicar esta búsqueda debe de ser un proceso sin expectativas, para que sea una búsqueda desapegada y libre de sufrimiento.
Así que sin esperar nada como resultado y con las manos en el corazón pregúntate:
Para empezar ¿qué es lo que amo?
Se trata de una pregunta muy simple pero la respuesta no es sencilla.
Para ello puedes ayudarte de otras preguntas como por ejemplo ¿qué tiene más valor para mí? ¿De qué actividades disfruto más? ¿Cómo me gusta aprovechar las primeras horas de la mañana cuando me levanto?
Responde con sinceridad con aquello que te gusta o encuentras paz: viajar, leer, estudiar, dibujar, enseñar, cuidar de personas o animales…
Ahora pregúntate ¿qué se me da bien?
Aquello en lo que te sientes cómoda y eres buena, puede ser desde hablar en público, escuchar a los demás, organizar actividades, cálculos numéricos o un lenguaje de programación. Para completar esta pregunta puedes recurrir a personas de tu entorno y preguntarles que te describan con 3 adjetivos.
¿Qué es por lo que me podrían pagar?
Encontrar tu propósito no tiene nada que ver con el éxito (o lo que en la actualidad se entiende por el mismo). Tu vivir cada día con alegría no debe depender solo del reconocimiento que obtengas de la sociedad.
Teniendo esto en cuenta, anota por qué cosas podrías recibir una retribución como por ejemplo redactar textos, realizar traducciones o montar una página web. Siempre teniendo en cuenta lo que deseas realizar, que puede que no tenga que ver con la que haces.
Por último ¿qué necesita el mundo?
En último lugar, reflexiona sobre qué crees que es lo que el mundo necesita, profundizando en qué crees puedes tú aportar al mundo de todo eso que necesita. Pueden ser cosas como cuidar de los animales abandonados, leer libros a los internos en una residencia de ancianos o apuntarte a voluntariados de limpieza para mejorar las playas cercanas a tu hogar.
Y después ¿por dónde empiezo?
- Comenzar poco a poco. Empieza por hacer las cosas poco a poco y hacerlas lo mejor posible.
- Olvidarse de lo que podemos obtener a cambio de lo que hacemos. Lo que significa que nuestras acciones no deben ser impulsadas solo por la recompensa.
- Sostenibilidad y armonía. Este pilar es importante para recordar que lo que hacemos afecta al mundo ya las personas que nos rodean.
- Alegrarse por las cosas pequeñas. Así prestarás atención a las cosas más pequeñas del día, como tomar un café o acariciar a tu perro.
- Quedarse y sentir el ahora. Tienes que aprender a apreciar el aquí y el ahora, aceptando el presente por lo que es.
Toma consciencia de aquello que amas, a lo que te dedicarías por el simple hecho de amarlo.
El Ikigai, este concepto que es el todo y el nada, que puede ser tan complejo o tan sencillo. Y tan especial porque es aquello por lo que te levantas todas las mañanas.
Aquello tan complejo y sutil. Que puede cambiar tantas veces como cambias tú. Y no hay uno correcto o incorrecto; sino existe aquél que te hace sentir que estás en casa, en la dirección correcta. El que hace vibrar tus emociones porque tu intuición sabe que es éste.
Y quizás hay que defenderlo. O no. Quizás recordarlo. O no. Porque nos podemos perder en el contenido de lo que sucede el día a día. Pero si sucede el despertar y lo mantienes presente, podrás recordarte cada mañana el para qué. El para qué de un nuevo despertar cada día. Cada día único y lleno de oportunidades. Éstas que te permiten ejercer tu libertad de decidir.
De apreciar. De valorar. De ver que quizás necesitas otra cosa o te das cuenta que ya lo tienes todo.
Ikigai, esto que te resuena. Que te despierta una sonrisa y te hace sentir simplemente…bien.
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